"Los del servicio de contraespionaje le pegaron muchas veces. Shujov llegó a una sencilla conclusión: si no firmas te darán el pijama de madera; si firmas, al menos conseguirás vivir otro poco. Firmó.
En realidad, las cosas ocurrieron así: en febrero de 1942 encerraron a todo el ejército en una bolsa del frente, y de los aviones ya no tiraban comida, pues no debían quedar aviones. Llegaron incluso a raspar los cascos de los caballos que reventaron, mezclando luego esa materia córnea con agua, para comérsela. Tampoco había con qué disparar. Así, los alemanes los cazaron en grupos a través de los bosques, haciéndolos prisioneros. Con uno de estos grupos, Shujov estuvo unos días en cautiverio, aún dentro de los bosques, y luego se escapó con otros cuatro. Ocultándose en los bosques y los pantanos, encontraron al fin, como por milagro, las propias tropas. Un tirador de ametralladoras segó a dos de ellos allí mismo, el tercero murió a consecuencia de las heridas; los dos restantes consiguieron pasarse. Habría sido mejor decir que se perdieron en los bosques, y no hubiera ocurrido nada. Pero ellos confesaron abiertamente: prisioneros de los alemanes. ¿Conque prisioneros? ¡Hijitos de puta! Son agentes fascistas. Si hubieran sido cinco, se habrían comparado sus declaraciones, y les habrían creído, pero siendo dos, ¡imposible! Los muy canallas se han puesto perfectamente de acuerdo en esa historia de la fuga."
En realidad, las cosas ocurrieron así: en febrero de 1942 encerraron a todo el ejército en una bolsa del frente, y de los aviones ya no tiraban comida, pues no debían quedar aviones. Llegaron incluso a raspar los cascos de los caballos que reventaron, mezclando luego esa materia córnea con agua, para comérsela. Tampoco había con qué disparar. Así, los alemanes los cazaron en grupos a través de los bosques, haciéndolos prisioneros. Con uno de estos grupos, Shujov estuvo unos días en cautiverio, aún dentro de los bosques, y luego se escapó con otros cuatro. Ocultándose en los bosques y los pantanos, encontraron al fin, como por milagro, las propias tropas. Un tirador de ametralladoras segó a dos de ellos allí mismo, el tercero murió a consecuencia de las heridas; los dos restantes consiguieron pasarse. Habría sido mejor decir que se perdieron en los bosques, y no hubiera ocurrido nada. Pero ellos confesaron abiertamente: prisioneros de los alemanes. ¿Conque prisioneros? ¡Hijitos de puta! Son agentes fascistas. Si hubieran sido cinco, se habrían comparado sus declaraciones, y les habrían creído, pero siendo dos, ¡imposible! Los muy canallas se han puesto perfectamente de acuerdo en esa historia de la fuga."
No hay comentarios:
Publicar un comentario