domingo, 15 de marzo de 2009

Madame Bovary. Gustave Flaubert

"-¡Desde luego que tengo una religión, la mía, e incluso puedo decir que soy más religioso que todos ellos juntos con sus mojigangas y sus charlatanerías! ¡Yo, por el contrario, adoro a Dios! ¡Yo creo en el Ser Supremo, en un Creador, cualquiera que sea, poco importa, que nos ha puesto aquí abajo para que cumplamos con nuestros deberes de ciudadanos y de padres de familia, pero no tengo necesidad de ir a una iglesia a besar bandejas de plata y a engordar con mi bolsillo a un hatajo de farsantes que se alimentan mejor que nosotros! Porque a ese Dios se le puede honrar de igual modo en un bosque, en el campo, y hasta contemplando la bóveda celeste, como hacían los anti­guos. Mi Dios, el mío, es el Dios de Sócrates, el de Franklin, el de Voltaire y el de Béranger! ¡Yo estoy a favor de la Profesión de fe del vicario saboyano y de los inmortales principios del ochenta y nueve! De modo que no admito a esa clase de Dios que se pasea por un jardín bastón en mano, aloja a sus amigos en el vientre de las ballenas, muere exhalando un grito y resucita al cabo de tres días: cosas todas absurdas en sí mismas y en abierta pugna, además, con todas las leyes de la física; lo que nos demuestra, dicho sea de paso, que los curas siempre han estado sumidos en la más ignominiosa ignorancia y que se em­peñan en hundir con ellos a la gente."

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