miércoles, 26 de noviembre de 2008

The boy in the striped pyjamas. John Boyne.

"It was as if it were another city entirely, the people all living and working together side by side with the house where he lived. And were they really so different? All the people in the camp wore the same clothes, those pyjamas and their striped cloth caps too; and all the people who wandered through his house (with the exception of Mother, Gretel and him) wore uniforms of varying quality and decoration and caps and helmets with bright red-and-black armbands and carried guns and always looked terribly stern, as if it was all very important really and no one should think otherwise.
What exactly was the difference? he wondered to himself. And who decided which people wore the striped pyjamas and which people wore the uniforms?."

El maestro y Margarita. Mijaíl Bulgákov.


"Esta vez intervino también el gato:
- Yo sí que parezco una alucinación. Fíjese en mi perfil a la luz de la luna.
El gato se metió en el reguero de la luna y quiso añadir algo más, pero le pidieron que se callara. Entonces dijo:
- Bueno, bueno, me callaré. Seré una alucinación silenciosa - y no dijo nada más.
- Dígame, ¿por qué Margarita le llama maestro? - preguntó Voland.
El maestro sonrió:
- Es una debilidad disculpable. Tiene una opinión demasiado buena de la novela que he escrito.
- ¿De qué trata su novela?
- Es sobre Poncio Pilatos.
Las lengüetas de las velas se tambalearon, bailaron, saltó la vajilla de la mesa: la risa de Voland sonó como un trueno, pero no asustó ni sorprendió a nadie con ella.
Popota rompió a aplaudir.
- ¿Cómo? ¿Sobre qué? ¿Sobre quién?- dijo Voland, dejando de reír-. ¡Es fantástico! Déjeme verla - Voland extendió la mano con la palma vuelta hacia arriba.
- Desgraciadamente, no puedo hacerlo - contestó el maestro-, porque la quemé en la chimenea."

viernes, 7 de noviembre de 2008

Lea Goldberg. Cartas desde un viaje imaginario.


"Dos olores tiene el vino de Rin. Cuando está delante de mí en la terraza de un café, en un jardín o en un balcón, siempre pienso en los claros días de otoño, en montones de hojas centelleando y apagándose y en finas ramas de abedul, desnudas y sutiles con el azul del cielo de fondo. No me gustan las imágenes "clásicas", pero quién puede reistirse a decir que la tierra en esos días otoñales se parece a Danae desnuda, con monedas de oro arrojadas en su seno por la mano de Júpiter.
Y el olor de ese mismo vino, bebido en una habitación cerrada mezclado con el humo de la habitación, es el de los primeros días de primavera en un parque de mi ciudad natal. El cielo es redondo y pálido como un cuenco de porcelana china, y en las avenidas queman las hojas del año pasado: hogueras azuladas, humo del color de la niebla elevándose hacia el cielo, y yo caminando sola por la avenida y recordando perfectamente que ayer me besaste en el hombro, dos veces."

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Mi familia. Daniel Nesquens.


"Mi abuela María
Mi abuela María era la madre de mi padre. La madre de mi tío Ángel y de mi tío Ramón. Mi abuela María tenía un genio de mil demonios. Y no lo tenía dentro de una botella, lo tenía dentro de sí.
"Mi abuela María" es un buen nombre para un pastel hecho en un horno de leña, pero resulta que es mi abuela. Imagino que habrá más abuelas Marías. No lo pongo en duda.
Vivió en el pueblo hasta que mi abuelo Daniel cayó enfermo. Hasta entonces no había salido del pueblo. Bueno, había salido al pueblo más cercano. A Albox, al mercado.
Mi abuela María no decía "sábana", decía "sabena". No decía "zapatos", decía "zapetos". No decía "arteriosclerótico", decía "como te pille te mato"".