miércoles, 14 de octubre de 2009

Viajes por el Scriptorum. Paul Auster

"El anciano está sentado al borde de la estrecha cama, las manos apoyadas en las rodillas, la cabe­za gacha, mirando al suelo. No sabe que hay una cámara instalada en el techo, justo encima de él. El obturador se acciona silenciosamente cada se­gundo, realizando ochenta y seis mil cuatrocientas instantáneas con cada rotación de la tierra. Aun­que supiera que lo están vigilando, le daría lo mis­mo. Está como ausente, perdido entre los fantas­mas que pueblan su imaginación mientras busca una respuesta a la pregunta que lo atormenta.
¿Quién es? ¿Qué está haciendo ahí? ¿Cuán­do ha llegado y cuánto tiempo se quedará aún? Con suerte, el tiempo nos lo dirá todo. De mo­mento, nuestro único cometido consiste en estu­diar las fotos con el mayor detenimiento posible y abstenemos de extraer cualquier conclusión prematura."

lunes, 12 de octubre de 2009

Paraíso inhabitado. Ana María Matute

" El doctor Zarangüeta dijo:
-Esta niña está triste... esta niña tiene algo que la está royendo por dentro... ¿Dónde está su madre, por Dios...?
Pero yo sabía que no se trataba de las ausencias -más o menos frecuentes- de mamá: era sentirme privada de la compañía de Gavi, de nuestro territorio de lecturas conjuntas, muy bien enmarca­do en el trocito de alfombra donde nos tendíamos a leer. Nuestras confidencias a través del Teatro de los Niños, y la historia bordada en oro y pájaros, que extendía ante nuestros ojos Teo... y a Zar, que cuan­do no saltaba tras la pelota, se tendía con las patitas delanteras juntas, el morro encima, y mirándonos de reojo, en su particular parcela de alfombra, en la otra esquina, con sus correspondientes rombos y círculos azules y marrones. Ésa era mi tierra, ésa era mi ciudad.
Y, por vez primera, supe lo que era la añoranza, porque empezaron a revivir en mi memoria las tar­des en que Teo dejaba de coser, y yo vi por primera vez un samovar."

Rayuela. Julio Cortazar

"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y enton­ces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos come si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimien­tos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simul­táneo del aliento, esa instántanca muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua."