martes, 2 de septiembre de 2008

El hilo de Penélope. La labor de las mujeres que tejen el futuro de Marruecos. Fátima Mernissi


"La admiración de Delacroix por las alfombras era un hecho sabido. Nunca se cansaba de decir que los cuadros más bonitos que había visto eran alfombras orientales.
Lo curioso es que en ese momento las élites marroquíes no albergaban ningún interés por el estudio de las artes populares, interés que habría llevado inevitablemente a que la población urbana modificase su percepción del campesinado, subrayando sobre todo en este último su condición de generador y guardián del patrimonio cultural. En aquella época, el desprecio por las artes populares, y en especial por las alfombras entendidas como trabajo femenino, formaba parte de la decadencia del país y subrayaba la fractura entre la ciudad y el campo. Yo, sin embargo, pienso que la colonización, con toda su crueldad, nos permitió vernos mejor a nosotros mismos, reflejados en la mirada extranjera. No olvidemos que para los sufíes la mejor manera de conocerse es el contacto con los extranjeros. De ahí la importancia del viaje. Imam Qushairi (siglo XI) recuerda que no es casualidad que los árabes llamasen al viaje safar, sinónimo de "desvelarse":"Llamamos safar al viaje porque desvela el carácter de los hombres.""

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