viernes, 30 de abril de 2010

Petirrojo. Jo Nesbo

"Los destellos iluminaron el cielo de la noche, tan gris que parecía una lona sucia tensada sobre el paisaje desolado que los rodeaba. Puede que los rusos hubieran iniciado una ofensiva, puede que sólo quisieran hacerles creer que esas cosas nunca se sabían hasta después. Gudbrand estaba echado sobre el borde de la trinchera con ambas piernas dobladas bajo el cuerpo, agarraba el fusil con las dos manos y escuchaba los sordos estruendos lejanos, mientras miraba los destellos que caían lentamente. Sabía que no debía mirarlos, pues podían producir ceguera nocturna e impedirle así ver a los francotiradores rusos que se deslizaban por la nieve allí, en tierra de nadie. Pero de todos modos no los podía ver, nunca había visto ninguno, solamente había disparado por indicación de los otros. Como ahora."

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