lunes, 25 de enero de 2010

La piel del zorro. Herta Müller.

"Adina no podía caminar descalza en el taller, entre los retales­ dispersos en el suelo había alfileres. Sólo la modista sa­bia como caminar sin pincharse. Una vez por semana gatea­ba por las habitaciones con un imán y todos los alfileres saltaban del suelo a su mano.
Cuando le probaron el vestido, la madre de Adina dijo a la modista: los árboles cuelgan hacia abajo, ¿no te das cuen­ta de que has puesto la tela al revés? La modista aún hubiera ­podido enderezar la tela, que sólo estaba hilvanada con hilo blanco. Tenía dos alfileres en la boca, por delante y por detrás es importante, dijo, y que la cremallera esté a la iz­quierda, cuando miro desde aquí, lo de abajo está arriba. E inclinó la cabeza hasta el suelo, así lo ven las gallinas, dijo.
Y los enanos, dijo Adina. Su madre miraba el patio interior por la ventana."

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