viernes, 5 de junio de 2009

El viento de la luna. Antonio Muñoz Molina

"... Para ser quien imagino que soy o aquel en quien quisiera convertirme tengo que huir y tengo que esconderme. Me escondo en mi habitación del últi­mo piso y en la caseta del retrete o en el cobijo de las sá­banas, donde disfruto de mis dos placeres más secretos, mis dos vicios solitarios, el onanismo y la lectura. Los dos me dejan igual de enajenado, y muchas veces se ali­mentan entre sí. En el canto de algunos de mis libros hay una línea más oscura que indica el pasaje por don­de los he abierto con más frecuencia, el que me ha de­parado el punto exacto de estimulación. Escenas eróti­cas casi nunca explícitas, con un pormenor o dos que las vuelven irresistibles, y que me llevan infaliblemente a la crecida del deseo, a su control cuidadoso, a la pro­longación de un éxtasis que parece siempre el anticipo de una dulce ebriedad y se disuelve enseguida en disgusto y vergüenza.­"

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