domingo, 10 de agosto de 2008

El cielo protector. Paul Bowles


"Viraron otra vez, subiendo cada vez más alto; había precipicios por encima de sus cabezas. Al borde de la carretera aparecían a veces altos macizos de cardos muertos, cubiertos de polvo blanco, y desde las plantas las langostas lanzaban un agudo e incesante grito como el sonido del calor mismo. Una y otra vez el valle se hacía invisible, siempre un poco más pequeño, un poco más lejano, un poco menos real. El Mercedes rugía como un avión; el tubo de escape no tenía silenciador. Las montañas estaban allí enfrente, la sebkha se extendía a sus pies. Port se volvió para echarle un último vistazo al valle; la forma de cada jaima seguía siendo discernible y se dio cuenta de que las jaimas eran semejantes a los picos de las montañas, al fondo, en el horizonte. "

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