sábado, 15 de marzo de 2008

Los días de Birmania. George Orwell


"- ¡Ah doctor! - dijo Flory tendido en el sillón-. !Qué alegría más grande estar aquí después de haber pasado por ese condenado Club! Cuando vengo a su casa me siento como un pastor no-conformista que se escabulle de la ciudad y se marcha a casa con una fulana. Necesitaba descansar de ellos -señaló con el tacón en dirección al Club-, de mis queridos compañeros, los baluartes del Imperio. El prestigio británico, la carga que tiene que soportar el hombre blanco, el pukka Sahib sans peur et sans reproche ..., ya me entiende. Menudo alivio estar alejado de toda esta porquería por un rato."

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