lunes, 16 de noviembre de 2009

Cartero. Charles Bukowski

"Yo siempre compraba el paquete de cervezas en el camino de vuelta, y una mañana desbarré totalmente. Subí las escaleras (no había ascensor) y metí la llave... La puerta se abrió. Alguien había cambiado de sitio todos los muebles, habían puesto una alfombra nueva. No, los muebles también eran nuevos.
Había una mujer en el sofá. Tenía buena pinta. Joven.
Buenas piernas. Rubia.
-Hola -dije-, ¿te apetece una cerveza?
-¡Hola! -dijo ella-. Está bien, tomaré una.
-Me gusta como ha quedado arreglado el sitio -le dije.
-Lo hice yo misma.
-¿Pero por qué?
-Me apetecía -dijo ella.
Bebimos de nuestras cervezas.
-Estás muy bien -dije yo. Dejé mi bote de cerveza y le di un beso. Puse mi mano en una de sus rodillas.
Era una bonita rodilla.
Tomé otro trago de cerveza.
-Sí -dije-, realmente me gusta el aspecto del sitio.
Con toda seguridad va a estimular mi espíritu.
-Me alegro. A mi marido también le gusta.
-¿Pero por qué a tu marido...? ¿Qué? ¿Tu marido? ¿Oye, cuál es el número de este apartamento?
-El 309.
-¿El 309? ¡La hostia! ¡Me he equivocado de piso! Yo vivo en el 409. Mi llave abrió tu puerta.
-Siéntate, querido -dijo ella.
-No, no...
Cogí las 4 cervezas que quedaban.
-¿Por qué te vas? -preguntó ella.
-Algunos hombres están locos -dije, yéndome hacia la puerta.
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir, que algunos hombres están enamorados de sus esposas.
Ella se rió:
-No te olvides de dónde estoy.
Cerré la puerta y subí un piso más. Abrí mi puerta..
No había nadie allí. Los muebles estaban viejos, todo des­conectado, la alfombra prácticamente descolorida. El sue­lo lleno de latas de cerveza vacías. Estaba en el sitio correcto."

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