domingo, 5 de julio de 2009

Kim. Rudyard Kipling

"Pero el viaje era una continua delicia; el errante camino ascendía y descendía, apro­ximándose cada vez más a los contrafuertes de las montañas; los tonos rosados del sol de la mañana, que se extendían sobre las nieves lejanas; los cactos ramificados que se alineaban en hileras sobre los flancos pedregosos de las colinas; el susurro del agua en millares de acequias; el charloteo de los monos; los solemnes cedros de la India cuyas ramas inferiores se in­clinan hasta el suelo; la perspectiva de la llanura, que iba quedando a su espalda cada vez más baja; el chirrido incesante de los tonga1 y la impetuosa aparición de sus caballos de­lanteros al dar la vuelta a una curva; los descansos para hacer oración (Mahbub era muy religioso y no escatimaba ni las abluciones en seco ni las oraciones, cuando tenía tiempo por delante); las discusiones por la tarde acerca del sitio donde acampar, mientras los caballos y los bueyes rumiaban juntos solemnemente, y los conductores, impasibles, referían las no­vedades de la carretera..., todas estas cosas hacían que el co­razón de Kim saltara de gozo dentro de su pecho."
1 Carruaje ligero de dos ruedas usado en Birmania

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