martes, 7 de abril de 2009

El librero de Selinunte. Roberto Vecchioni

"Yo amo a Prímula.
Prímula tiene los ojos grandes, tan gran­des que le ocupan la mitad del rostro. Estoy loco por esos ojos, porque allá adentro está todo. Prímula es bellísima. No es ni alta ni baja, ni rubia ni morena, no tiene ni veinte ni treinta años, sonríe y llora cuando imagina que a mí me irá bien. Se come los pies y se los como también yo.
Prímula es hija de un mulero, tiene una li­gera cojera en la pierna derecha por la coz que le dio un burro cuando era niña. El mulero es un filósofo, o al menos así lo sostiene él. La primera vez que le vi me preguntó: «¿Qué crees que hay más allá del pozo, más allá de los tejados y las huertas?» «¿El mar? -aven­turé-. ¿El cielo? ¿El universo?» «¿Y más allá del universo?» «Estará Dios, me imagino». «¿Y más allá de Dios?» Me rendí. «Más allá de Dios -dijo todo convencido-, está mi burro». Y quizá era cierto, dado que era el burro el que le mantenía."

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