"Hacia la segunda mitad de su segundo semestre como profesor permanente, Coleman pronunció el par de palabras fatídicas que le harían cortar voluntariamente todos sus vínculos con la universidad, las dos palabras fatídicas entre los muchos millones que había pronunciado en sus años de enseñanza y administración en Athena, y la palabra que, tal como Coleman entendía las cosas, causó la muerte de su esposa. Catorce eran los alumnos de la clase, y Coleman había pasado lista al comienzo de las primeras lecciones, a fin de aprenderse sus nombres. Puesto que en la quinta semana del semestre aún había dos nombres a los que nadie respondía, a la sexta semana Coleman preguntó al inicio de la clase:
-¿Conoce alguien a estos alumnos? ¿Tienen existencia sólida o se han hecho negro humo?
Al cabo de unas horas se sorprendió al ser llamado por su sucesor, el nuevo decano de la facultad, para comunicarle la acusación de racismo efectuada contra él por uno de los dos alumnos que no asistían a clase, el cual resultó ser de raza negra y, pese a estar ausente, se había enterado enseguida de la expresión con la que el profesor había planteado públicamente el problema de su ausencia."
-¿Conoce alguien a estos alumnos? ¿Tienen existencia sólida o se han hecho negro humo?
Al cabo de unas horas se sorprendió al ser llamado por su sucesor, el nuevo decano de la facultad, para comunicarle la acusación de racismo efectuada contra él por uno de los dos alumnos que no asistían a clase, el cual resultó ser de raza negra y, pese a estar ausente, se había enterado enseguida de la expresión con la que el profesor había planteado públicamente el problema de su ausencia."
No hay comentarios:
Publicar un comentario