martes, 31 de agosto de 2010

El día del juicio. Salvatore Satta

"Aquel año el verano comenzó en el mes de mayo. Se anunció con ráfagas de viento hirviente, un viento que el África soplaba por encima de todo el Tirreno y no encontraba obstáculos de colinas o de montes. Desde el tiempo de las langostas no se había visto nada parecido. Corría sobre las tanche floridas, sobre los prados donde ya asomaba el trigo, y a su paso todo parecía retorcerse y chamuscarse, como cuando en agosto estallaban los incendios en los bosques. En el pueblo desolado caía una espesa lluvia de arena, que recluía a los hombres en las casas cerradas a cal y canto. Del campo llegaban siniestros gañidos de animales extraviados. Sólo al atardecer, cuando caía el sol, aparecía alguna sombra en el café y en la farmacia: don Sebastiano, don Serafino con el pañuelo entre el cuello y la camisa, Bartolino y los demás con la camisa desabrochada, todos ellos resignados a su destino. Bustianu Pirari decía que eran aquellas rameras partidas a Tunisi a parir el bastardo."

No hay comentarios: