viernes, 31 de octubre de 2008

La dama de Duwisib. Eduardo Garrigues.



"Cuando el sol estaba a punto de ocultarse, el cielo se tiñó de los fulgores delirantes que genera la atmósfera transparente del desierto, mientras que la línea del horizonte se adornaba con una delicada cenefa de nubes, que iban cambiando de color según se difuminaba el resplandor del ocaso. Aquel anochecer me proporcionó el tercer éxtasis visual de mi experiencia africana: los dos primeros los había tenido en las llanuras que crucé en tren desde la costa."

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