"En la primavera de 1926, una tarde de lluvia, cualquier persona que pasara por el callejón contiguo a cierto edificio en Lenox pudo haber mirado hacia arriba y visto, no a un niño, sino a la cara de un hombre adulto que lloraba en sincronía con el vidrio de la ventana. Una extraña visión muy poco frecuente: hombres que lloren con disimulo."
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario