"-En 1793, yo había sido nombrado director del Museo de monumentos franceses y, como tal, estuve presente en la exhumación de los cadáveres de la abadía de Saint-Denis, cuyo nombre los patriotas esclarecidos habían cambiado por el de Franciale. Cuarenta años más tarde puedo contaros las extrañas cosas que caracterizaron esa profanación.
»El odio por el rey Luis XVI que habían conseguido inspirar al pueblo, y que no había podido saciar el cadalso del 21 de enero, se remontó a los reyes de su raza: se quiso perseguir a la monarquía hasta su fuente, a los monarcas hasta su tumba, arrojar al viento las cenizas de sesenta reyes.
»Además, quizá hubo curiosidad por ver si los grandes tesoros que se pretendían encerrados en algunas de aquellas tumbas se habían conservado tan intactos como se decía.
»El pueblo se abalanzó, pues, sobre Saint-Denis.
»El odio por el rey Luis XVI que habían conseguido inspirar al pueblo, y que no había podido saciar el cadalso del 21 de enero, se remontó a los reyes de su raza: se quiso perseguir a la monarquía hasta su fuente, a los monarcas hasta su tumba, arrojar al viento las cenizas de sesenta reyes.
»Además, quizá hubo curiosidad por ver si los grandes tesoros que se pretendían encerrados en algunas de aquellas tumbas se habían conservado tan intactos como se decía.
»El pueblo se abalanzó, pues, sobre Saint-Denis.
»Entre el 6 y el 8 de agosto, destruyó cincuenta y una tumbas, la historia de doce siglos.
»Entonces el gobierno decidió regularizar aquel desorden, excavar por su propia cuenta las tumbas y heredar de la monarquía a la que acababa de herir de muerte en Luis XVI, su último representante."
»Entonces el gobierno decidió regularizar aquel desorden, excavar por su propia cuenta las tumbas y heredar de la monarquía a la que acababa de herir de muerte en Luis XVI, su último representante."
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