"Fue en los primeros días de septiembre. El sol estaba en el signo de la Virgen. Desde lejos avanzaba en la noche, moviendo cajas y armarios de un lado para otro, una tormenta de fines de verano. Mercurio me hizo crítico, Urano fantasioso, Venus me deparó una escasa felicidad; Marte me hizo creer en mi ambición. En la casa del Ascendente subía la Balanza, lo que me hizo sensible y me llevó a exageraciones. Neptuno entraba en la décima casa, la de la mitad de la vida, anclándome definitivamente entre el milagro y la simulación. Fue Saturno, en oposición a Júpiter en la tercera casa, quien puso mi filiación en duda. Pero, ¿quién envió la mariposa y les permitió, a ella y al estrépito de una tormenta de fines de verano, parecido al que arma un maestro de escuela, aumentar en mí el gusto por el tambor de hojalata prometido por mi madre y hacerme el instrumento cada vez más manejable y deseable?"
lunes, 5 de abril de 2010
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