"Adina no podía caminar descalza en el taller, entre los retales dispersos en el suelo había alfileres. Sólo la modista sabia como caminar sin pincharse. Una vez por semana gateaba por las habitaciones con un imán y todos los alfileres saltaban del suelo a su mano.
Cuando le probaron el vestido, la madre de Adina dijo a la modista: los árboles cuelgan hacia abajo, ¿no te das cuenta de que has puesto la tela al revés? La modista aún hubiera podido enderezar la tela, que sólo estaba hilvanada con hilo blanco. Tenía dos alfileres en la boca, por delante y por detrás es importante, dijo, y que la cremallera esté a la izquierda, cuando miro desde aquí, lo de abajo está arriba. E inclinó la cabeza hasta el suelo, así lo ven las gallinas, dijo.
Y los enanos, dijo Adina. Su madre miraba el patio interior por la ventana."
Cuando le probaron el vestido, la madre de Adina dijo a la modista: los árboles cuelgan hacia abajo, ¿no te das cuenta de que has puesto la tela al revés? La modista aún hubiera podido enderezar la tela, que sólo estaba hilvanada con hilo blanco. Tenía dos alfileres en la boca, por delante y por detrás es importante, dijo, y que la cremallera esté a la izquierda, cuando miro desde aquí, lo de abajo está arriba. E inclinó la cabeza hasta el suelo, así lo ven las gallinas, dijo.
Y los enanos, dijo Adina. Su madre miraba el patio interior por la ventana."
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